Pallbearer. “Foundations of Burden». Profound Lore Records
Que tu debut como banda obtenga una acogida tan excelente como inesperada es, a priori, una magnífica noticia. Más aún en el mundo del doom metal, donde, a pesar de la contrastada calidad de un sinfín de grupos, cuesta encontrar propuestas frescas y con un punto diferencial. “Sorrow and Exctinction”, tarjeta de presentación de los norteamericanos, figuró en los primeros puestos de casi todas las listas de lo mejor de 2012. Algo que podría haberse girado en su contra, por lo que conlleva de presión y de prueba de fuego, pero que los de Arkansas han superado con nota contra el pronóstico de algunos, desconfiados por la creciente presencia del grupo en medios indies y generalistas.
Con una producción más definida pero lejos de artificios a cargo de Billy Anderson (Sleep, Neurosis, Swans, High on Fire), el puente de este, por ahora, díptico lo teje “Worlds Apart”, apertura de diez minutos -media de duración de todas las canciones del disco-, con una marcada melodía de guitarra sobrevolando rocosos y pesados riffs que avanzan, graves, lentos y densos como lava por la ladera de una interminable montaña.
La épica inunda desde el minuto uno “The Ghost I Used to Be”, con la voz etérea de Brett Campbell sobrevolando los ritmos arrastrados de su tramo final; y «Watch in the Dark” emociona en su desenlace recordando el primigenio doom de Anathema y My Dying Bride. Las voces limpias marcan el camino y se aúnan con punteos reverberantes para dar forma a un contraste armonía-distorsión que algunos dirían cercano al showgaze. Lo bueno del caso es que Pallbearer no necesitan flirtear con sonidos que, como el drone o el black de última generación, parecen garantizar hoy en día cierto interés o popularidad fuera de su hábitat natural.
Ellos lo consiguen, aparentemente, ajenos a todo ello. Sus principales armas: un hilo conductor sustentado en el riff de guitarra, crudo y robusto, bañado por la melancolía, la épica y la atmósfera, tan envolvente e hipnótica que hace que sus largos desarrollos -a excepción de “Ashes», delicado y luminoso oasis de tres minutos- se te hagan paradójicamente cortos. En pocas palabras: con todo lo bueno y lo malo que ello pueda conllevar, merecen figurar entre las bandas del momento.
Un resumen de esta crítica ha sido publicado en Mondo Sonoro en octubre de 2014
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