Cada momento es irrepetible, pero algunos años en concreto, musicalmente hablando, alcanzan un nivel especial e inimaginable hoy en día. 1994 es uno de ellos: una cosecha prolífica y significativa que nos obsequió con unos cuantos futuros clásicos, con debuts de aquellos que quitan el hipo y que aparecen cada mucho tiempo («Weezer«, «Dummy«, «Korn» y «Burn My Eyes«) y con auténticas obras maestras de sus respectivos géneros («De Mysteriis Dom Sathanas«, «Superunknown«, «The Downward Spiral«). Podríamos haber añadido muchos más, pero creemos que la siguiente humilde recopilación resume bastante bien la sensibilidad de mediados de los noventa y ofrece una instantánea de cómo nos influyó esa época, a nosotros y a la música pop-rock en general. Lean, recuerden y escuchen nuestra playlist. Está permitido emocionarse.
15. Portishead. «Dummy»
El menos rock (o directamente anti-rock) de esta lista. De la Santa Trinidad del trip hop con base en Bristol, completada por Massive Attack y Tricky, Portishead son, probablemente, su exponente más oscuro y exquisito. También el que reviste una mayor dificultad para adentrarse en su universo. Tras el salto del género a una audiencia mainstream mediante el referencial «Blue Lines» de Massive Attack y coincidiendo con la salida del desigual «Protection» de estos últimos, Portishead ganaron posiciones con un impresionante debut, «Dummy», en el dejaban a un lado las formas más evidentes del background hip-hop del estilo para adentrarse en ambientes claustrofóbicos, hipnóticos y densos difíciles de describir liderados por la fantasmal y torturada voz de Beth Gibbons. Obra maestra. David Sabaté
14. Green Day. «Dokkie»
No son pocas las similitudes entre este disco y el incontestable éxito del «Nevermind» de Nirvana, catalizador de la última gran revolución en el mundo del rock. De hecho, sin éste, probablemente «Dokkie» no existiría. Como en el caso de los de Seattle, el pelotazo de estos jóvenes punk-rockers californianos les llegó tras algunos años de rodaje en el underground y, en su caso, de dos discos, entre ellos el destacable «Kerplunk!». «Dokkie», sin embargo, supuso un paso de gigante, cuya implosión sigue siendo perfectamente comprensible hoy en día tan solo darle al play: melodías incendiarias y pegadizas, velocidad y la dosis justa de crudeza y comercialidad cristalizadas en hits como «Burnout», Basket Case», «Longview» o «Welcome To Paradise». No le sobra nada. David Sabaté
13. Offspring. «Smash»
Hermano del anterior, «Smash» quedó algo a la sombra de «Dokkie» en cuanto a cifras y reconocimiento, aunque tampoco le fue nada mal y tuvo un impacto similar en la conciencia colectiva de millones de jóvenes. ¿Quién no ha coreado los estribillos de «Self Esteem» o «Come Out and Play» o brincado al compás de «Nitro (Youth Energy)», «Bad Habit» o «What Happened to You»? Ponértelo (y ponérselo) es sinónimo de celebración, fiesta y una gran sonrisa. David Sabaté
12. Therapy? «Troublegum»
Precedido por el excelente «Nurse» de 1993, «Troublegum», cuarto disco de los británicos Therapy?, sigue siendo el gran clásico de la banda y, para el que estas líneas escribe, uno de los mejores discos rock de los noventa. Con un sonido impecable y más metálico que nunca, en parte gracias a la producción de Chris Sheldon, artífice de otros álbumes impecables como el «Crank» de The Almighty, «Troublegum» logra condensar un sinfín de singles potenciales («Screamager», «Nowhere», «Trigger Inside», «Femtex» o su personal versión del «Isolation» de Joy Division, por citar algunos) que se suceden sin pausa sin que apenas puedas dar crédito. Un irresistible coctel de melodías adhesivas, energía, oscuridad lírica y una concisión ejemplar que genera mono de más. David Sabaté
11. Stone Temple Pilots. «Purple»
Tras el éxito que supuso su álbum de debut Core, a Stone Temple Pilots les tocaba la papeleta de mantener el tipo y demostrar que no eran una banda cualquiera. Y así lo hicieron con el excelente Purple, que supuso un alejamiento de la etiqueta grunge que les había caído, con melodías menos pesadas, y una voz de Weiland mucho más personal. Singles como «Vasoline», «Big Empty» o «Interstate Love Song» consiguieron fidelizar al público y dar continuidad a una carrera impecable, sólo manchada por el divismo y los abusos de drogas del cantante. Toi Brownstone
10. Jeff Buckley. “Grace”
Dado tanto a la balada como al rock más erosionado. A su joven edad ya amplificaba las virtudes de su santo padre, Tim Buckley (fallecido por sobredosis en 1975), a quien debe esos timbres agudos. La muerte también atajó temprano su vida, nada menos que a los 30, en un accidente fortuito en el río Mississippi. Vinieron los lloros y frotarse los ojos tras las consecutivas escuchas de este “Grace”, dotado de una magnífica producción de Andy Wallace. Es inevitable no echarse las manos a la cabeza cuando se escuchan cortes como “Last Goodbye” o “Lilac Wine”. En cuanto a su versión de “Hallelujah”, de Cohen, la hizo suya y la convirtió en ofrenda. Y adiós. Matías Bosch
9. Beastie Boys. «Ill Communication»
De sobras era sabido que el trío de Brooklyn eran auténticas máquinas a la hora de generar singles. Se colgaron las guitarras, y nos dieron una hostia en los morros con esa mezcla de rap y hardcore que es «Sabotage», junto con un divertido videoclip parodiando a Starsky & Hutch que fue dirigido por Spike Jonze. ¿Acaso hay alguien que no haya headbangeado con este tema? Tal fue el éxito alcanzado, que otros singles como «Sure Shot» o «Root Down» pasaron muy desapercibidos, aún siendo brillantes. Y es que con «Sabotage» vendieron todo el pescado. Toi Brownstone
8. Pearl Jam. «Vitalogy»
Hasta el lanzamiento de Lazzaretto de Jack White, «Vitalogy» ostentó el título de vinilo más vendido en una semana desde que se instaurara Soundscan en el año 1991. Además supuso un punto de inflexión en la carrera de Pearl Jam. Mucho más variado y experimental que sus anteriores trabajos, destaca por himnos como «Nothingman», «Immortality» o «Better Man». Eddie Vedder esta vez participa activamente en la parte compositiva, y termina erigiéndose como líder en un momento de gran tensión entre los miembros de la banda. Vitalogy significa también la despedida de David Abbruzzese como batería. Toi Brownstone
7. Pantera. “Far Beyond Driven”
Este fue el disco más extremo en debutar en el número 1 de Billboard. Tras el ya enorme “Vulgar Display of Power”, clásico indiscutible del género y lo más brutal que habían firmado nunca hasta la fecha, la banda dobló la apuesta. El frenético arranque con “Strength Beyond Strenght” ya indicaba por dónde iban a ir los cañonazos: riffs del diámetro de un estadio (el tipo de espacio al que empezaban a acostumbrarse), groove y distorsión mastodónticos, actitud desafiante y energía y estampa invencibles. Los jodidos Pantera en su máxima expresión. David Sabaté
6. Machine Head. «Burn My Eyes»
La irrupción de los de Oakland nos cogió desprevenidos. En plena ascensión (o descenso, según se mire) del grunge a la estratosfera mainstream y coincidiendo con la eclosión del nu-metal (lean sobre el debut de Korn en este mismo artículo), la banda capitaneada por Robb Flynn, procedente de los thrashers Vio-Lence, irrumpió con uno de aquellos debuts modélicos, apenas superado por la propia banda, que, además de un excelente muestrario de riffs descomunales y soberbia autoridad, ejerció de puente entre el thrash de grupos como Death Angel, Testament o Slayer y el groove de los por aquél entonces ya consagrados Pantera. Apunte: meses después de telonear a los autores de «Reign in Blood» por el viejo continente, lideraron su propia gira llenando las mismas salas. David Sabaté
5. Korn. «Korn»
El grunge reinaba en el mundo del rock, la moda y las listas de éxitos cuando, de repente, se produjo una fuerte sacudida: el nu-metal reinventaba el crossover de grupos como Faith No More y Rage Against the Machine con una estética cercana al hip hop y, en el caso de Korn, una rebaja inaudita de la afinación servida por un bajo estratosférico y dos guitarras de siete cuerdas y monstruosa distorsión. El boom llegó con su single «Blind», tan marciano en su momento como adictivo y rompedor. Otros temas destacados del que sigue siendo su mejor disco hasta la fecha son «Faget», «Shoots and Ladders (gaitas incluidas) o la estremecedora «Daddy». Por cierto, mucho antes de codearse con Skrillex allanaron el camino a otros pilares del género como Limp Bizkit o Deftones, la única de las tres bandas que, a día de hoy, mantiene bien el tipo. David Sabaté
4. Mayhem. «De Mysteriis Dom Sathanas»
1994 fue un año destacado para Black Metal, para algunos, incluso, su fecha dorada. Así, durante este ejercicio se editaron, junto al «Pentagram» de Gorgoroth, el «Dark Medieval Times» de Satyricon o el disco homónimo de los suecos «Nifelheim», tres auténticas joyas de tres bandas noruegas imprescindibles para entender el género: «Transilvanian Hunger», cuarto y emblemático LP de Darkthrone; «In the Nightside Eclipse», primer largo de Emperor y una de las mejores muestras hasta la fecha de cómo mezclar metal extremo y elementos orquestales; y, por supuesto, el disco que nos ocupa: una singular muestra de black metal genuino y arrollador que, lejos de sucumbir a su propia leyenda negra, resiste como pocos el test del tiempo para seguir sonando tan oscuro y desafiante como hace veinte años. Un clásico en mayúsculas. David Sabaté
3. Soundgarden. “Superunknown”
Propulsados por la locura que desencadenó el éxito de Nirvana o Peal Jam en la media, Soundgarden pasaron automáticamente del underground a vender copias a destajo de sus primeros álbumes. Con “Superunknown” se sentó su trono, dos años después de la fiebre grunge, para desembocar en un álbum de rock perfecto. Muy oscuro, lento y anti-comercial (a excepción de “Spoonman”, que les metió de lleno en la MTV). El gato negro del grunge maduró hasta convertirse en una obra maestra del rock contemporáneo. No ha envejecido nada. Matías Bosch
2. Weezer. «Weezer»
Su primer disco fue un estallido de júbilo e ingenuas melodías naíf bañado por una distorsión post-grunge que daba forma a un conjunto embaucador, retro pero fresco y de cualidades curativas prácticamente mágicas. Cuesta resistirse a tamaña cantidad de feliz melancolía, energía ilustrada e incandescente luminosidad: desde el delicado arpegio inicial y la explosión eléctrica de «My Name is Jonas» hasta el falso sosiego de «Only In Dreams», pasando por el acelerado frenesí de «Surf Wax America» o los estribillos bigger than life a puñados: de «No One Else» o «Undone – The Sweater Song» a las hímnicas «Buddy Holly» y «Say It Ain’t So», clásicos inmediatos. De diez. David Sabaté
1. Nine Inch Nails. «The Downward Spiral»
Hay discos que te compras y se quedan en cualquier estantería o rincón de tu casa esperando su turno, pero hay otros que adquieres, los escuchas y te cambian la vida. “The Downward Spiral” es, sin duda, de estos últimos: con tan solo oír su primer tema, “Mr. Selfdestruct”, te das cuenta que esta banda es algo diferente. Trent Reznor representa la angustia vital de los 90 y, en parte por ello, todos los temas de este disco son eternos. Influencias de Flood en la producción, de David Bowie tras su gira conjunta por los States y un directo demoledor en el festival de Woodstock de 1994, con la icónica imagen de la banda tocando cubierta de barro, ayudaron a que el álbum se convirtiera en un clásico atemporal que será recordado mientras siga existiendo (y disfrutándose) la música como algo más que un simple entretenimiento. Eduard Tuset
Textos: Matías Bosch, Toi Brownstone, David Sabaté y Eduard Tuset