David Bowie, el día después

Poster de David Bowie por Branca Studio (http://www.brancastudio.bigcartel.com/),

Poster de David Bowie por Branca Studio (http://www.brancastudio.bigcartel.com/)


Por David Sabaté

No hemos empezado bien el año. De ninguna de las maneras. Se ha ido uno de los grandes músicos de nuestro tiempo, padre de algunas de las canciones más inspiradoras y fascinantes de las últimas cinco décadas. Y eso duele. David Robert Jones abandonó nuestro mundo terrenal el pasado 10 de enero en Manhattan y su vacío probablemente no sea reemplazado jamás. Podrían sonar a frases hechas y a lugares comunes, pero, por una vez, no lo son. Cuando hablamos de ausencia de relevo generacional nos referimos a esto. No es que sea difícil imaginar a un nuevo artista como él, es imposible.

Pero no voy a extenderme aquí sobre la importancia vital de Bowie en la música, las tendencias, la sociedad y la moda del último medio siglo. Basta con tirar de hemeroteca o simplemente con haber estado «conectado» al mundo durante las últimas semanas: artículos, tweets, portadas, fotos de Instagram y demás contenidos sobre el artista se han sucedido de forma abrumadora.

No hay para menos, aunque es cierto que el ruido generado, como viene siendo ya costumbre, nos ha desbordado. No quiero ni imaginar qué pasará cuando nos dejen Mick Jagger o Paul McCartney… Aunque no querría con ello deslegitimar a nadie. Por fortuna, las canciones de Bowie son Patrimonio de la Humanidad desde hace tiempo.

David Bowie. Helen Green Art

Dibujo de Bowie por Helen Green. Fuente: www.facebook.com/helengreenart

Mención aparte merece el caso de aquellos tan fascinados con su época de los setenta -algo lógico, por otra parte-, que -más cuestionable- ni tan siquiera han dado una oportunidad a las sucesivas, fructíferas y a menudo brillantes reinvenciones que llegaron después, incluyendo, por supuesto, el abrazo mainstream de los ochenta. ¿Cómo superar la apertura de Let’s Dance con ‘Modern Love’, ‘China Girl’ y el tema-título?

También infravaloradas en su momento fueron sus creaciones a partir de los noventa, época en la que algunos parecían no acordarse de Bowie y en la que este adoptó como propias y con acierto las formas del drum’n’bass, el jungle o el rock industrial en discos tan sorprendentes e inconformistas como Earthless y Outside. Después llegaría el luminoso y más clásico Hours y el elegante y superior Heathen, una de sus mejores obras de madurez antes de su retorno de 2013 con el sublime The Next Day.

Y ese día siguiente nos lleva al aquí y ahora. A la repentina desaparición del genio y a Blackstar. Hoy me siendo orgulloso de no haberle dado nunca la espalda y de esperar con ilusión y nerviosismo todos y cada uno de sus lanzamientos desde que tengo uso de razón, incluido su insospechado último adiós.

Ilustración de David Bowie por Andreu Zaragoza (http://www.andreu-zaragoza.com/).

Ilustración de David Bowie por Andreu Zaragoza (http://www.andreu-zaragoza.com/).

La libertad de Bowie a la hora de abordar el arte y la vida (¿acaso no son la misma cosa?) le han llevado a entregarnos la carta de despedida más bonita que podría habernos dejado. Una sorprendente y emotiva manera de convertir el fin de la vida en arte con apenas precedentes (acaso el ‘Show Must Go On’ de Queen). Un acto épico, bello y conmovedor que nos recuerda nuestra condición como mortales y que, paradójicamente, nos reconecta con la vida al devolvernos, en un intransferible flashback, todos nuestros recuerdos asociados a sus canciones.

En mi caso, estos se remontan a Laberinto, una de mis películas preferidas cuando era solo un niño, y a las incontables escuchas del recopilatorio de grandes éxitos Changes, que mi madre ponía en casa para amenizar cualquier momento del día (años después sería indisociable de mis resacas adolescentes).

Más tarde llegarían los desengaños amorosos, los triunfos y un sinfín de experiencias vitales acompañadas, siempre, por una misma banda sonora, tan íntima y universal a la vez como solo sucede con el arte en mayúsculas. La misma banda sonora que hoy, como ayer y mañana, mantendrá para siempre su música en nuestros recuerdos, sueños e ilusiones mientras Bowie nos observa con su inmortal mirada bicolor desde el lugar al que siempre perteneció: brillando en lo alto del firmamento.

Ilustración de Helen Green Art.

Ilustración animada de Bowie por Helen Green. Fuente: facebook.com/helengreenart