
Chelsea Wolfe. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Roadburn 2017: Viernes 21 de abril
Presenciar las casi dos horas de concierto que los suizos Schammasch tenían reservadas en la cálida y única ubicación de la Het Patronaat se nos antojaba ardua tarea, sobre todo para quien gusta de picotear en el vasto océano que representa Roadburn. “Triangle”, su último –y triple– disco es de una complejidad y densidad artística digna de mención, quizás un instante brillante que a nuestro juicio culmina una progresión para nada notoria en el pasado, y que trasladada al directo de forma íntegra resulta sencillamente esplendorosa.
Su inmenso black metal trabaja las progresiones largas de los temas en una montaña rusa coherente que tanto te alza hasta las nubes como te obliga a descender a las ciénagas mediante una densidad rítmica y armónica a menudo infranqueable en la que todo trabaja por el bien del conjunto. Merecedor de más tiempo por nuestra parte, su directo y puesta en escena no hizo más que corroborar lo interesante de su actual momento artístico.
Tras ellos, y siguiendo la estela del lenguaje de los suizos, una de las propuestas más estimulantes de esta edición, la de los islandeses Zhrine. Grupo que no necesita de atrezo o vestimenta ritualística para exponer su apuesta, basada en un black metal muy denso y atmosférico. Deudores de la escuela de Deathspell Omega como reciente cambio de paradigma en la música extrema, y probablemente sin despertar tanta curiosidad como otras bandas del momento, su sobriedad y saber hacer en el arte de armonizar y jugar con las disonancias es más que digno de mención. Una tormenta de bellos momentos de calma y caos controlado.

Amenra. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Oathbreaker y Amenra: duelo de misticismo e intensidad
Tras la doble actuación de la anterior edición de Roadburn, una eléctrica y otra acústica, Amenra volvían al escenario grande del festival con un setlist más directo, si cabe, que el de su anterior visita, arrancando sin excesivos prolegómenos con una imponente. “The Pain. It is Shapeless.”, de su ya lejano Mass III, de 2005, del que también recuperarían una abrumadora “.Am Kreuz.” para cerrar su set. Entre ambos temas, piezas más recientes pero igualmente potentes (“A Mon me”, “Razoreater” y sus riffs pesados como catedrales), todas ellas culminadas por una puesta en escena prácticamente idéntica a la del año pasado pero no por ello menos espectacular: una proyección de fondo en cinemascope por la que desfilaron una retahíla de imágenes en blanco y negro, tan bellas como sobrecogedoras, de paisajes y planos detalle de la naturaleza. Un concierto intenso de principio a fin que culminó con la aparición sobre el escenario de Scott Kelly de Neurosis y John Baizley de Baroness. Descargas como esta justifican por sí solas las riadas de camisetas y parches con el lema Church of Ra vistos en Roadburn, su segunda casa.
Oathbreaker, por su parte, ofrecieron la mejor descarga que les hemos tenido ocasión de ver: todo sonó en su sitio: su muralla sónica cuando se ponen extremos se distinguió al detalle, con las marañas de guitarras y blastbeats fundiéndose a la perfección con el doliente registro variable de Caro Tanghe, ahora melódico, ahora desgarrado. Un vaivén expresivo interesante que los belgas dominan a consciencia. Tocaron hasta siete temas de su último “Rheia” más una recuperación de su anterior “ErosIAnteros”, “The Abyss Looks Into Me”, aunque, como en el caso de Amenra, no podríamos destacar uno por encima de los demás, acaso el arranque, brutal, con “Second Son of R.” y “Being Able to Feel Nothing” encadenadas, o el díptico formado por “Where I Live” y “Where I Leave”.

Baroness. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Baroness vs Zeal & Ardor: ¿curator vs hype?
Baroness eran, a priori, los grandes protagonistas de esta edición –su líder John Baizley ejercía de curator de su programación y comisariaba una completa exposición complementaria de pósters e ilustraciones–. Por ello sorprendió un poco ver la pista a tres cuartos, parece que por la coincidencia con la actuación de Zeal & Ardor. Sin desmerecer a estos últimos, fue una pena para quienes se perdieron un show musculado y vibrante como hacía tiempo que no se les veía a los de Atlanta. Despacharon un setlist prácticamente cronológico que repasó todos sus discos, desde la inicial “Tower Falls”, extraída de “First”, a la final y muy coreada “Take My Bones Away”; pasando por “The Birthing” y “Wanderlust” de “The Red Album”; “A Horse Called Golgotha” y el crescendo instrumental de “The Gnashing”, de su disco azul; o “Shock Me”, de su tan discutido como celebrado “Purple”.

Zeal & Ardor. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Mientras, como decíamos, Zeal & Ardor demostró que su ejercicio de mezclar espirituales negros con sonoridades Black Metal funciona más allá de lo que ha sido el álbum con más hype de lo que va de temporada. Merecido, sin duda, por como funciona en directo y por la cantidad de incondicionales que aunaron coreando sin cesar esos himnos diabólicos de temática esclava. Todo ello en una Het Patronaat que, a pesar de no dar la talla (raro es) tras caer dos veces el sonido durante su concierto, se rindió al combo neoyorquino.
True Widow tiraron de distorsión y ritmos básicos pero de resolución epatante para encandilarnos con su retahíla de melodías vocales poderosas y pegadizas. Sus temas parecen sencillos por directos, pero logran meterse en tu cabeza y contagiar su ritmo y armonía con asombrosa facilidad.

True Widow. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Chelsea Wolfe, por su parte, sonó personal a pesar de las comparaciones, nada desdeñables, con la PJ Harvey más oscura y electrónica –como una versión madurada de lo mejor de “Is This Desire?, añadiríamos–, aunque en temas como “Dragged Out” sonara igualmente cercana a Beth Gibbons. Su majestuosidad y la cromática sobriedad de su puesta en escena, de arreglos y detalles cuidados, convirtieron la suya en una de las apuestas más suculentas y estéticamente cautivadoras del evento. Delicatessen aparte, como el doom folk de cámara “Pale on Pale”, la californiana acumula, además de estilo, unos cuantos (anti)hits remarcables, de “Feral Love” a “Carrion Flowers” o la más directa “Iron Moon”. Mágica.
No nos olvidamos de los franceses Magma, a quienes ya habíamos visto en directo en el pasado Be Prog! My Friend, ofrecieron una de las actuaciones más insólitas del evento con su amalgama de rock progresivo y jazz de vanguardia, ecos de Frank Zappa y música contemporánea sobrevolada por coros fantasmales. Interpretaron “solo” dos piezas: “Theusz Hamtaahk”, de nueve minutos, y “Mekanïk Destructïw Kommandöh”, de treinta y ocho.

Integrity. Roadburn 2017. Foto: Sergio Albert Avilés.
Cerramos la noche del viernes con el hardcore punk y el metalcore de Integrity, unos clásicos, con poca afluencia en la sala grande pero celebrado con verdadero entusiasmo; y con Perturbator y su oscuro synthwave de inspiración cyberpunk, en una Het Patronat llena a rebosar de metalheads y rockeros entregados a los ritmos hipnóticos de “Neo Tokyo”, “Future Club”, “Humans Are Such Easy Prey” o “She Moves Like A Knife”.
Texto: David Sabaté / J.F. Fiar
Fotos: Sergio Albert Avilés (flickr.com/sergioalbert)