
‘Dunkerque’, de Christopher Nolan. Fuente: variety.com
Christopher Nolan lo ha vuelto a conseguir, incluso ha logrado deslumbrar a sus mayores detractores, con la que supone su primera incursión en el cine bélico. Como ya hiciera con el cine negro (Memento, Insomnio), la ciencia ficción (Origen, Interestellar) o el cine de superhéroes (la trilogía de El Caballero Oscuro), el realizador británico reinventa en Dunkerque el género para convertir una película de guerra en una tensa, por momentos asfixiante, historia de supervivencia a toda costa. Su narración de la evacuación de 400.000 soldados británicos atrapados por las tropas nazis en la costa norte de Francia resulta concisa (apenas 100 minutos, algo novedoso en su filmografía reciente), contenida e incluso minimalista.
Aunque claro, estamos hablando de Nolan; el director, fiel a sí mismo, mantiene vivas sus principales señas de identidad: un montaje no lineal, sustentado en el cruce de tres líneas temporales distintas (la de los soldados en la playa, la de una familia de civiles que acuden al rescate de los primeros en un pequeño bote; y la de las espectaculares persecuciones de cazas británicos y alemanes en el aire); la sublime banda sonora de su colaborador habitual Hans Zimmer, con un montaje en crescendo musical sostenido que convierte toda la historia en un gran clímax; y la espectacular fotografía de Hoyte Van Hoytema (Interestellar), otro socio frecuente de Nolan.

‘Dunkerque’, de Christopher Nolan. Fuente: filmmagazinedigital.com
Este último aspecto se retro-alimenta de la filmación íntegra en 70 mm y en gran parte en formato IMAX; una factura visual apabullante y realista sustentada por el rodaje en la propia Dunkerque con una mayoría de jóvenes actores desconocidos (obviando a Mark Rylance, Cillian Murphy, Kenneth Branagh o Tom Hardy) y por la utilización de buques de guerra y cazas Spitfire reales; factores, todos ellos, que sumergen al espectador en el aterrador escenario de los hechos y que contrastan con una historia casi se diría que simple, sin apenas diálogos, cruda, seca y desprovista de todo heroísmo.
Para matizar el entusiasmo general, podríamos añadir que la trama de la barcaza civil flojea un poco; que sus 106 minutos no se hacen tan ágiles como cabría esperar; y que si Dunkerque es su obra maestra, buena parte del resto de su filmografía (que ahora parece que no fue tan buena) no se sitúa muy por detrás. Por lo demás, una cinta bélica ejemplar con aroma a futuro clásico que acerca más que nunca a Nolan a sus admirados y parafraseados referentes Spielberg y Kubrick.