
‘The Disaster Artist’, de James Franco (derecha). Fuente: halifaxbloggers.ca
The Disaster Artist (2017, James Franco)
Con una Concha de Oro en el bolsillo, fue la mejor de las noticias de la maratón sorpresa de la 50 edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges. Con The Disaster Artist, James Franco se ha coronado como uno de los mejores actores de la industria de Hollywood. Ese lugar donde él, como tantos otros, es marginado por no seguir los estándares que se exigen y por hacer el cine con el que él mismo disfruta. Sin necesidad de crear obras maestras para poder ofrecer entretenimiento con la mayoría de sus actuaciones humorísticas. Y resulta que, este exiliado al que una gran parte del público menosprecia, ha dirigido y protagonizado una de las mejores, incluso puede que la mejor, cinta de 2017.
Un largometraje que funciona a modo de making of del que es considerado el peor film de la historia del cine: The Room. Producido, dirigido, escrito y protagonizado por Tommy Wiseau, un artista frustrado que asegura ser un incomprendido y un misterio –o, por lo menos, un misterio en The Disaster Artist–. James Franco, en cierto modo, es como una especie de reflejo de lo que Wiseau representa. Un ignorado por la mayoría por no pasar por el mismo aro que los considerados artistas verdaderos. Con los años, The Room ha pasado a ser una obra de culto, estudiada y proyectada en diversos actos especiales para seguir con su uso y disfrute. Y, aunque la crítica, en términos generales, no ha cambiado de opinión respecto a ella, dicen que siempre hay un roto para un descosido.
Ese descosido para Wiseau ha sido James Franco, que se ha ganado a pulso ser el único capaz de captar la esencia de The Room y de su director frustrado. Ya sea por ese comentado reflejo o por su imperante necesidad de enseñar al mundo que a veces, aún consiguiendo el propósito contrario, una obra de arte puede funcionar como tal y ser un ejemplo a seguir. Y, a pesar que en el reparto esté acompañado por su hermano, Dave Franco, quien lo borda como co-protagonista, no llega ni por asomo a una enésima parte del talento que James derrocha como protagonista total y absoluto del film. Este contiene un buen elenco de actores en su interior, pero el poderío y el compromiso del director con la representación de Wiseau es tal que eclipsa por completo a cualquiera. Es como si Franco hubiera nacido por y para este personaje, el cual es suyo desde ahora mismo. No habrá nadie más capaz de realizar una interpretación similar alrededor de esta leyenda del cine basura.
The Disaster Artist riza el rizo de la comedia al convertir todas las escenas que componen de The Room en un gag interminable o más bien una sucesión de gags que recopilan el supuesto detrás de las cámaras que existió realmente durante el rodaje del film de Wiseau en 2003. Ello termina convirtiendo a su predecesora en la reina del dicho “es tan mala que funciona” y supondrá, ténganlo por seguro, una resurrección de la figura de Wiseau y de su largometraje gracias a la importancia que le ha dado James Franco como figura a seguir para aquellos que no sean totalmente aceptados dentro del cine norteamericano, o cine en general.
No importa si se ha visto o no The Room, Franco se encarga de transmitir adecuadamente lo que significa per sé el film con su brillante actuación. Muchos la verán como una comedia más sin pretensiones mayores que las de hacer reír al espectador, pero The Disaster Artist supone mucho más para la industria que cualquier otra cinta mainstream del año. James Franco hace lo mismo que hico Tim Burton con la figura de Ed Wood, toma los riesgos necesarios para abrir los ojos del público más comercial y sibarita.
Texto: Xavi Mogrovejo