
Ester Segarra. Fuente: Season of Mist.
Si te gustan el metal y la fotografía y nunca has oído hablar de Ester Segarra, tienes un problema. La barcelonesa ha jugado un rol esencial en la construcción de la iconografía del género durante los últimos quince años. Su objetivo ha capturado la esencia de bandas clásicas como Mayhem, Electric Wizard, Venom, Cathedral o Darkthrone, además de figuras clave del metal actual como Ghost o Watain. Ahora publica el libro Ars Umbra. The Art of Ester Segarra (Season of Mist), un completo repaso a su obra que presenta esta semana en Barcelona (viernes 30 de noviembre, Eclipse Tattoo) y Madrid (sábado 1 de diciembre, Cuervo Store).
Ars Umbra es un libro imponente, del tamaño de un vinilo, con una selección fotográfica espectacular y un diseño editorial y unos acabados a la altura de su contenido. Deduzco que te ha llevado mucho tiempo prepararlo… ¿Qué se siente al tenerlo entre las manos?
¡Muchas gracias! Pues la verdad es que me siento orgullosa. Fue un largo y arduo proceso y ver cómo iba tomando forma física fue muy emocionante. Los astros se alinearon para que pudiera venir a la imprenta en Barcelona y ver las primeras páginas, probar el primer sabor de lo que iba a ser… Aún así, ¡nada me preparó para la emoción de tenerlo finalmente en mis manos! Tenía miedo de que hubiera alguna gran cagada o de que no quedara satisfecha, pero no. El libro estaba bien y yo muy contenta.
Me ha sorprendido que el libro se abra con fotos de músicos que ya no están entre nosotros, de Lemmy y Dio a Jeff Hanneman o Selim Lemouchi, con emotivas declaraciones de su hermana Farida y de Walter de Roadburn, que acogió su tributo en 2014. ¿Cómo decidiste abrir así Ars Umbra?
El símbolo del libro es un Ouroborous, la serpiente que muerde su propia cola simbolizando el ciclo continuado de la vida y la muerte, la idea de que no hay principio ni final, y es alrededor de esta idea que se basa todo el concepto del libro. Allí donde la vida y la muerte se entremezclan, siendo la muerte el amanecer de la vida. El principio en lugar del final.
Precisamente, las fotos del apartado “In Memoriam” son algunas de las pocas imágenes de conciertos. La mayoría del libro se centra en tu faceta de fotógrafa de estudio. Supongo que da mucho más juego a nivel artístico… ¿Puede que también te cansaras de fotografiar conciertos? Creo que llegaste a hacer muchas fotos de conciertos de Slayer…
¡¡¡Sí, llegué a hacer muchas de Slayer y de muchos otros más!!! ¡Jajajaja! Decidir si iban a ser fotos de concierto o de sesión fue algo que iba a marcar mucho la dirección del libro y el libro que necesitaba hacer estaba centrado en las sesiones. Las disfruto más, me dan más libertad artística y, además, no puedo pensar en otro fotógrafo con una colección tan extensa de imágenes de sesiones con tantas bandas del metal extremo de este calibre como la que tengo yo. ¡Si sabes de alguien, dímelo!

Erik Danielsson (Watain), Cronos (Venom) y Tom G. Warrior (Triptykon). Foto de Ester Segarra. Fuente: Season of Mist.
Otro de los puntos fuertes del libro es que muchas de las fotos se acompañan de textos en los que los propios músicos explican las sesiones y su relación profesional contigo. ¿Te costó mucho convencer a alguno de ellos para que escribiera unas líneas?
Convencer no, pero paciencia sí. Tampoco lo hubiera hecho, me gusta que la gente haga las cosas porque las quiere hacer, no porque les convenza. Pero claro, del dicho al hecho hay un trecho ¡y lo que costó en varias ocasiones es encontrar el tiempo para hacerlo!
Algunos grupos como Mayhem, Ghost, Cathedral/With the Dead o Watain aparecen varias veces, en varias etapas de su carrera. ¿Son grupos con los que sientes una mayor afinidad artística? ¿Hay algunos de ellos con los que haya surgido una relación de amistad a lo largo de los años?
Me pareció importante que el libro no fuera solo una muestra de cómo representar música visualmente, sino que además mostrara la evolución de la representación visual de los grupos a través de los años y cómo enlazan con otras bandas. Y no hacerlo de forma cronológica, sino teniendo su sitio en la narrativa visual del libro. Las colaboraciones artísticas continuadas y que son satisfactorias por ambas partes son una forma de amistad. Con el tiempo, dicha relación se profundiza.
Algunos artistas que aparecen en el libro tienen fama de ser complicados o, por lo menos, especiales. Pienso en Varg Vikernes, Tom G. Warrior o Gaahl (por cierto, los dos últimos hablan muy bien de su experiencia profesional contigo). ¿Te intimidaron la primera vez? ¿Cómo son en las distancias cortas?
No es humano lo que me intimida. En el caso de Varg, no esperaba que me lo pusiera nada fácil, pero no estaba yo allí para juzgarlo, sino con curiosidad fotográfica. Curiosamente, aún siendo de ojos marrones y viniendo del sud de Europa, rompimos el hielo rápidamente y fue una sesión estupenda. En el caso de Tom G. Warrior, la primera vez que le conocí fue en Berlín, cuando me dijo que no íbamos a hacer las fotos para la portada de Terrorizer por que no tenían lo necesario para hacerlo bien. Siendo la época de su “come back album», Monotheist, o lo hacían bien o mejor que no. Y pensé: ¡sí señor! ¡Más gente debería hacer así las cosas! Y aunque volví con las manos vacías, el respeto por él fue pleno. Ocho años después, finalmente conseguí hacerle una sesión. A Gaahl ya lo había conocido socialmente en Noruega en varias ocasiones. Con él no hay pequeña charla acorde con las normas sociales de conversación y eso me encanta en una persona. Que en cualquier situación se pueda hablar de la vida y de la muerte con toda naturalidad.

‘Ars Umbra’. Edición especial con vinilo. Fuente: Season of Mist.
Justamente, la maquetación del libro ha hecho “coincidir” a Vikernes –conocido, entre otras cosas, por su ideología supremacista– en una doble página junto a Eugene S. Robinson de Oxbow. ¿No hay que perder nunca el sentido del humor?
El sentido del humor es una gran herramienta para abrir las puertas a la reflexión. Visualmente, los dos retratos encajaban, y me has dicho lo que se sabe de uno… pero, ¿qué se sabe del otro?
Hay una foto de Opeth en el libro en la que su cantante Mikael Åkerfeldt afirma que aparecen horribles porque estaban de resaca y él lleva una camisa horrorosa… ¿Recuerdas esa sesión? ¿Puedes contarnos alguna otra anécdota divertida o curiosa? Seguro que has vivido unas cuantas…
¡Por supuesto que me acuerdo! ¡Hice esas fotos en los camerinos del Mean Fiddler! ¡Y la verdad es que me parecieron simpáticos! Era para una portada doble de Terrorizer con Opeth y Ulver. Primero hice yo las fotos de Opeth en Londres y luego otro fotógrafo hizo las otras en Noruega. Posteriormente hice el montaje de Mikael y Kristoffer mirando en el interior de una bola de luz con las manos alrededor de ella. Genial idea hasta que el editor de Terrorizer, Jonathan Selzer, se dio cuenta de que el CD de portada que iba pegado encima de la bola de luz tenía la imagen de un culo al aire. ¡Con lo que la idea de “stargazing” como que no iba a funcionar si a lo que miraban era un culo! ¡Por suerte, la imagen del CD se pudo cambiar a tiempo!
Entre las muchas fotografías impresionantes del libro, hay una de Abbath disparada en el mismo sitio que la portada del clásico de Immortal Diabolical Fullmoon Mysticism y que evidencia una gran producción detrás. ¿Hay algunas fotos de la que te sientas especialmente orgullosa? También pienso en la de Cathedral cruzando la laguna Estigia. ¿Trabajas en equipo en estos casos?
Soy muy exigente con mi trabajo y me cuesta tiempo apreciar los resultados, pero de esas dos fotos que mencionas me siento especialmente orgullosa, aunque hay bastantes más, sobre todo viéndolas en el conjunto del libro. Normalmente trabajo sola, alguna vez con asistente y si es necesario, maquillaje. La foto de Abbath la hicimos a la intemperie casi a media noche y éramos solo el grupo y yo. Así que ya me ves corriendo entre el punto de disparo, el humo, las luces… En el caso de Cathedral, tenían el barco y todo lo demás por el vídeo que estaban filmando, también contaban con una maquilladora de efectos especiales. Por mi lado era solo yo.

Abbath. Foto de Ester Segarra. Fuente: Season of Mist
El libro incluye una foto de un grupo español, Obsidian Kingdom, que, además, es bastante “curiosa”… ¿cómo surgió la idea de esa foto, de algún modo, rompedora?
La foto salió así durante la sesión. El punto de partida fue una idea que tuvieron ellos de proyectar imágenes sobre piel humana y así empezamos, con ellos en topless y proyectando imágenes sobre su cuerpo, y de allí decidimos ir a más. En el sitio donde estábamos había unos maniquíes y salió la idea de mezclar cuerpos vivos e inertes.
¿Te queda algún grupo por fotografiar con el que te gustaría trabajar? ¿O alguno con el que te hubiera gustado y que ya no exista?
Me gustaría trabajar con Black Sabbath, King Diamond… y me hubiera gustado mucho trabajar con Slayer, Bathory, Dissection… por lo que a metal se refiere. En otros campos me gustaría mucho colaborar con Nick Cave, Dead Can Dance, Diamanda Galas…. y me hubiera gustado hacerlo con muchísimos más, entre ellos Pink Floyd.
El libro se acompaña de una banda sonora original y exclusiva compuesta por Uno Bruniusson. ¿Cómo surgió la idea? ¿Le diste algunas directrices sobre cómo te gustaría que sonara?
Como comentaba antes, el libro se basa en la idea del Ouroboros, el ciclo interminable sin principio ni final. Es un libro de fotografías y música, con fotos inspiradas por la música y una banda sonora inspirada por las fotos. Y no solo eso, sino que la banda sonora te lleva al principio de todo, la música en su forma mas primitiva; la percusión. Es el proceso invertido de un disco. El final es el principio. Yo no soy músico ni entiendo suficientemente de música para dar instrucciones musicales a un músico, y menos del calibre de Uno, así que utilicé otro tipo de referencias, sobretodo visuales, así como las fotografías del libro y grabaciones del ritual de Macumba, que puedo considerar como el origen de la inspiración para la banda sonora.
Season of Mist ha tenido un papel importante en la edición y producción del libro, y éste está maquetado y diseñado por Branca Studio y Munster. ¿Cómo ha sido el trabajo con todos ellos?
¡Branca y Münster han estado metidos en el tema del diseño durante un año! Ha sido un proceso largo y laborioso, ¡pero la verdad es que ha sido increíble! ¡Vaya par de profesionales! ¡Y la paciencia que han tenido, jajajaja! La verdad es que no solo han hecho un gran trabajo sino que su apoyo ha sido vital. Trabajar con una discográfica ha sido muy interesante, me he encontrado al otro lado, el de los músicos. La gente ha sido muy maja, muy dedicados y con mucha experiencia. ¡He aprendido un montón!
¿Por qué metal? ¿Has probado con otros estilos musicales?
Porque es donde me siento en casa. He tenido ofertas y la posibilidad de trabajar con grupos de otros estilos más lucrativos, y he hecho y hago algo, pero no siento la misma pasión. Para mí, la música es demasiado personal para entregarme a mi trabajo puramente por dinero.
Louise Brown afirma en el libro que tu cámara convierte a personas mortales en mitos, en Dioses… ¿Hay algo que los grupos te pidan de forma más recurrente? Por ejemplo, queremos proyectar una sensación de peligro, oscuridad, majestuosidad, respeto…
Lo que me piden es que se les vea bien en las fotos. Todos esos adjetivos que comentas son, de hecho, atributos que yo quiero que la foto transmita, porque para mi son atributos que pertenecen a la música que crean y que, por lo tanto, quiero encontrar en la persona, en el músico.
Tu carrera dio un salto cuando te trasladaste a Londres. ¿Cómo recuerdas los inicios allí y cómo definirías tu experiencia en Terrorizer? ¿Y tus colaboraciones en la revista española Hell Awaits?
Mi carrera empezó en cierta manera en Londres. En Barcelona sólo hice un curso de fotografía. Los inicios fueron muy difíciles. Aprender inglés, a moverme en una ciudad y un país desconocidos, trabajar, estudiar… ¡y encima me robaron todo el dinero apenas llegar! Tengo muchos buenos recuerdos y nostalgia de mi época en Terrorizer. Cuando empecé era como una gran familia de gente que amaba la música y vivía totalmente dedicada a ello. Me sentí muy acogida y apreciada por mi trabajo. Para Hell Awaits hice menos de lo que me hubiera gustado; me dediqué más a escribir porque ya tenían a una chica en Londres haciendo fotos de conciertos. Recuerdo la revista con mucho cariño. Jordi y Olga eran también gente muy dedicada. ¡Fue un placer trabajar para ellos!

Poster de la presentación de ‘Ars Umbra’ en Barcelona y Madrid.
¿Para dedicarse a esto es necesario irse de España? ¿Es impensable labrarse una carrera similar allí?
No es necesario, pero lo que sí es necesario es proyectarse al exterior. Hoy en día hay un mundo global online al que todo el mundo tiene acceso. Si solo miras hacia dentro, dentro te vas a quedar; si miras más allá y trabajas duro, más lejos vas a llegar. Y después está la lengua, el inglés, que va vinculada a la forma de pensar y a la estructura mental.
Hacia el final del libro escribes un texto autobiográfico que es también una especie de manifiesto. Entre muchas otras cosas, afirmas que en un momento dado encontraste “la música que expresaba la muerte”. ¿Cuál es tu relación con la muerte y la oscuridad?
La muerte y la oscuridad están siempre presentes y, sin embargo, desde pequeños nos enseñan a huir o a no pensar en ellas. Para mí, son la fuente de todo. En ellas reside el sentido de la vida, son parte integral de la vida y sin ellas, realmente, no estás viviendo.
Ars Umbra se cierra con algunas de tus primeras fotos, collages, polaroids… y también incluyes un poema, “La vall del riu vermell”, junto a una foto tuya de niña. El conjunto desprende una sensación de legado, de despedida…
Efectivamente, eso es lo que es: el cierre de un ciclo y el inicio de otro.