Foscor – Els sepulcres blancs (Season of Mist)
Los tiempos de rasgarse las vestiduras por los cambios estilísticos de las bandas, por suerte, ya pasaron. Es una fase superada. Cierto es que hay bandas más proclives a la aventura y la experimentación y otras que no lo necesitan o simplemente no sabrían por donde empezar. Y todo es igualmente válido y apreciable. El caso es que estamos en 2019 y casi nadie duda ya a la hora de alabar la promiscuidad genérica en un sinfín de estilos. En el metal, a veces, sigue pareciendo complicado, pero casos de éxito artístico recientes como los de Deafheaven, Zeal & Ardor o Solstafir vendrían a desmentirlo.
En su órbita podríamos situar a día de hoy a los barceloneses Foscor, que en Els Sepulcres Blancs culminan la metamorfosis iniciada en Those Horrors Wither y mejorada en Les Irreals Visions. Por el camino, los catalanes han logrado lo difícil: depurar una fórmula ajena a los dogmatismos hasta dar con una onírica mezcla de sonidos que les permite alcanzar nuevas cotas expresivas. Se acentúan en Els Sepulcres Blancs los contrastes: de los teclados con los que abren ‘Laments’, que no desentonarían en una intro de los Paradise Lost de Draconian Times; pasando por los blast beats de ‘Els Colors del Silenci’, donde la voz de Fiar, más etérea que nunca, parece sobrevolar una sección rítmica veloz en un sugestivo contraste de efectos hipnóticos.
La travesía por territorios ignotos para bandas de estas coordenadas prosigue en ‘Malson’, donde desatan su vertiente más melódica para dar forma a una mezcolanza pop de cualidades balsámicas; en el medio tiempo ‘Secrets’ asoman unas de las pocas voces rasgadas del álbum, matizadas y en su justo lugar; ‘Cel Rogent’ funciona como crescendo sostenido de redobles sin fin; la más contemplativa ‘Cançó de mort’ nos depara un clímax encendido, como si buscara reproducir la última exhalación del difunto al que alude el título; y la cíclica ‘L’Esglai’ abraza por momentos maneras post-rock para liberarse de toda cadena.
Y cuando uno termina el trayecto, sobre todo tras sumergirse en sucesivas y atentas escuchas, no puede sino volver a darles la razón. El riesgo no siempre conlleva recompensas inmediatas y tangibles, pero puede ayudar a construir algo aún mejor: que podamos afirmar, cada día con mayor razón, que Foscor es una de las propuestas actuales más personales de la escena catalana.